El calzado debe permitir el desarrollo del pie: es importante revisar el nº del zapato cada 3 meses y que pueda mover los dedos dentro del calzado.
Debe facilitar el aprendizaje de la marcha. Flexible y estable de suela rugosa que se agarre al suelo. El contrafuerte no muy rígido para no limitar el movimiento del tobillo.
Debe proteger del frio y el terreno a la vez que sea transpirable para evitar el contagio hongos y bacterias.
Es bueno que el calzado deje percibir el terreno, no necesita una excesiva amortiguación pues el pie del niño tiene bastante almohadilla plantar.